El Auditorium es de todos (y no del monopolista Aldrey Iglesias.)



Carta de agradecimiento de un compañero trabajador del Teatro Auditorium

Agradezco en nombre mío y de varios compañeros, y lo digo a título personal, el acompañamiento que tuvimos el viernes 20 de junio, en que realizamos un abrazo solidario al teatro al que pertenecemos, por empleados, pero sobre todo, por marplatenses.
Y aclaro a título personal, porque si algo aprendimos, desde hace un tiempo, es a expresarnos democráticamente, a decir cada uno lo que nos parece y a expresarnos en conjunto. No todas nuestras reuniones son maravillas del pensamiento, pero vamos mejorando, entendiendo y aplicando. Cada uno de nuestros actos ha sido debatido, votado y aprobado por todos nosotros, como corresponde, como debiera ser. Esta carta no, así que por eso pongo tanto empeño en mostrar mi autoría.

En estos tiempos donde la marea, sin confirmarse, pareciera ser que toma otro rumbo, nuevamente estamos en litigio por el cercenamiento de la cultura popular. Y si algo tiene este teatro, es que ha sido participe de cada una de esas manifestaciones culturales populares.

El Auditorium es de todos. Yo mismo recibí un diploma en su escenario, cuando ni soñaba que trabajaría acá. Todos tenemos un hermano, un primo, un amigo, un hijo, que ha festejado en el Auditorium la emoción de un fin de ciclo, de etapa. O que una hermana, o novia, o la nena, ha bailado, temerosa y orgullosa, en el tablado de la Piazzolla, jactancia de los marplatenses.

Pero eso no es todo. En esta sala raspó su garganta Goyeneche, se desangró con su triste bandoneón don Astor, levitó en un salto el gran Nureyev. Mudamos la Boca al Foyer con el maestro Quinquela, fuimos testigos de los horrores de la guerra grabados por el talento de Goya.
Eso es el Auditorium. Esos son los 63 años del Teatro Auditorium. Festival de Cine, las más elevadas expresiones teatrales, las mejores muestras pictóricas… y esos 63 años.

Si nosotros, como trabajadores, o la sociedad, como receptora, permitimos que el Auditorium tan solo corra riesgo, habremos claudicado, como mínimo, en imaginarnos viviendo en una ciudad mejor.

Queremos el progreso. Amamos el progreso. Pero progreso equivale a cultura, a aprendizaje, a conocimiento. El cierre de salas y espacios, sabemos que va en contra de eso. Y no nos intenten convencer: sabemos que así es.

No queremos que el teatro de todos, sea de uno solo.

Sabemos que no estamos solos. Lo supimos el viernes. Pero sabemos que este conflicto "cultura-rentabilidad empresarial" no es fácil, asi que aceptamos se sumen a pelear por lo que reza en nuestra bandera. Celeste y blanca, claro: POR LA CULTURA PUBLICA, DEMOCRATICA Y PARTICIPATIVA.

Como, pues, la única lucha perdida es la que se abandona, aquí seguiremos.

Gracias a todos


Darío